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María Luisa de Francia, nacida Maria Ludovica Leopoldina Franziska Therese Josepha Lucia von Habsburg-Lothringen, fue emperatriz consorte de Francia por matrimonio de 1810 a 1821, regente de Francia de 1821 a 1829 y duquesa de Parma y Guastalla.

Niñez[]

Maria Ludovica Leopoldina Franziska Therese Josepha Lucia von Habsburg-Lothringen nació el 12 de diciembre de 1791 en la ciudad de Viena, en lo que aquel entonces era el Archiducado de Austria dentro del Sacro Imperio. Siendo hija del emperador Francisco I y su esposa María Teresa.

Desde muy pequeña fue inculcada en idiomas para buscarle un buen esposo, así como fue enseñada a odiar a Francia debido a los conflictos entre su tierra natal y el país galo que casi llevan a Ausstria a la bancarrota más de un par de veces.

En 1807 muere su madre por un aborto y ella sería cuidada por su madrastra 4 años mayor. Además, en 1809 tendría que abandonar Viena para ir a Buda debido a los intermitentes conflictos napoleónicos.

Casamiento con Napoleón I de Francia[]

En 1810, Napoleón I se divorció de su esposa Josefina de Beauharnais, debido a que esta nunca le pudo dar un hijo varón.

Decidido por todos los medios a tener un sucesor al imperio, Napoleón decidió contraer nupcias otra vez, esta vez con la estupendamente casamentera María Luisa de Austria, de 19 años y miembro de una de las casas europeas más antiguas y prestigiosas. Se casaron en 1810 y, poco después, el 20 de marzo de 1811 nacía su único vástago juntos, Napoleón Carlos, futuro emperador.

Emperatriz consorte de los franceses 1810-1821[]

Tímida, guapa y educada, Napoleón respetaba muchísimo a la madre de su único hijo y la trataba como un reina. Con la éxitosa campaña de Rusia en 1812, María Luisa convenció a Austria (y a su padre) de unirse a la causa napoleónica. Fue pro primera vez regente cuando su marido partió a la guerra, aunque no llegó a tomar apenas decisiones pues era marioneta de ministros

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Su alteza imperial María Luisa de Austria, Emperatriz consorte de los franceses, gran duquesa consorte de Rutenia Blanca, Reina consorte de Italia, Coprincipesa consorte de Andorra…

Como consorte, nunca llagó a meterse en asuntos políticos, aunque llegó a mediar en contadas ocasiones entre su padre y su marido.

Con la muerte de Napoleón I a los 51 años en 1821, María Luisa es nombrada regente de su hijo Napoleón.

En 1814 su padre le asignó un general, Adam Albert von Niepperg como escorta personal, ya que la duquesa desconfiaba de los franceses. Este escorta a María Teresa y rápidamente se enamoran y esto causa una brecha en el matrimonio con Napoleón. María Teresa sin embargo se niega al divorcio y su relación con Niepperg se mantiene oculta hasta la muerte de su marido. A partir de entonces María Luisa empieza a pasar grandes temporadas en Aix-les-Bains, acompañada de su enamorado como su escolta. María Luisa de hecho quedaría embarazada dos veces de Niepperg, ocultando el embarazo y haciendo pasar a los niños como hijos ilegítimos de Niepperg.

Regencia del trono 1821-1829[]

-véase época de regencia-

Con la súbita e inesperada muerte de Napoleón, se produce un vacío de poder. Napoleón estaba empeñado en tener un sucesor para que este ocupara este vacío pero al ser su sucesor un niño de 10 años sin idea de como gobernar, el Senado decide nombrar a María Luisa regente del emperador.

Sin ninguna idea de como gobernar, María Luisa se volvió a su padre, quien intentó influir en ella para beneficiar a Austria. Empezó a recomendarle ministros franceses ineptos y le mandó como ayudante al político austríaco Moritz von Dietrichstein quien actuó como espía para la corte austríaca. Otro político de relevancia sería J. Von Werklein, quien actúa en nombre de la emperatriz y se pasó la regencia velando por el interés austríaco e intentando convencer a la influenciable María Luisa de odiar a Francia.

La regencia de María Luisa estuvo marcada por las inmensas tiranteces con la burguesía francesa, y, en general, con las ramas más liberales del estamento político; las pretensiones absolutistas y ultramonárquicas de Metternich, acostumbrado a hacer lo que le placía en Austria, no encontraban cabida en un sistema político formado, en su mayoría, por grupos políticos liberales, que era patente que tenían el apoyo popular suficiente para controlar al Senado y al Cuerpo Legislativo, si bien el fraude electoral prevenía tal circunstancia.

La incomodidad de Mettenich, María Luisa y de sus partidarios austracistas ante esta situación fue evidente desde el principio de su reinado, y los austracistas (también llamados ultramonárquicos ya que en general eran los políticos que buscaban restaurar el anciént régime) no dudarían en tratar de dominar la política francesa recurriendo al fraude electoral, al chantaje y al libelo, lo que causó un gran descontento entre la burguesía liberal y las clases populares.

La política ultramonárquica de Metternich, llevada a cabo por su subordinado Moritz von Dietrichstein (1775-1864) en Francia se concretaba en las iniciativas legislativas desarrolladas por uno de sus principales apoyos, el primer ministro Jean-Baptiste de Villèle, que ejercía fama de conservaodr desde Napoleón. Era sabido que las principales leyes promovidas por el primer ministro eran parte de una lista de leyes que María Luisa (en nombre de Metternich) le había entregado al principio de su reinado, y que quería ver ratificadas por el Senado y el Cuerpo Legislativo lo antes posible. Estas leyes, tremendamente impopulares, iban encaminadas a otorgar grandes poderes y privilegios a la nobleza y el clero, así como asentar a Francia como sujeto no oficial de Austria; en detrimento del tercer estado; en definitiva, la iniciativa legislativa de Metternich pretendía abolir los principales logros de la Revolución. En 1825 se aprobó una de las leyes más polémicas, destinada a indemnizar a todos aquellos nobles cuyas tierras habían sido expropiadas durante la Revolución. La ley Anti-Sacrilegio de ese mismo año convertía en delito penal cualquier ofensa cometida contra la Iglesia Católica; esta ley sería usada como instrumento de venganza política contra muchos políticos liberales.

No obstante, en noviembre de 1827, el ultramonárquico Villèle perdía la mayoría parlamentaria, y fue desplazado del poder. El siguiente primer ministro de la emperatriz, Jean-Baptiste de Martignac, era un político moderado a quien Metternich detestaba. La regente y Metternich plantearon el Senado y el Cuerpo como un mal pasajero, que se volvería sumiso otra vez como en tiempos de Napoleón; y no dudaron en conspirar contra su primer ministro, que se vio forzado a dimitir en agosto de 1829. Martignac fue sucedido por el ultramonárquico Jules de Polignac, de escasa inteligencia política y perfecto para manipular; sin embargo, el ascenso de Polignac coincidió probnto con la llegada de Napoleón II a la edad oficial en la que debía empezar a gobernar. Pronto, en el Senado se reconoce a Napoleón como emperador en plenas funciones y a María Luisa (junto a su corte austracista) inválidos de poder.

La regencia de María Luisa en el terreno internacional vio la pérdida de poder militar y supremacía en Europa, lo cual llevó a varias revueltas en los territorios alemanes, a protetas en las calles francesas y a un notable descrecimiento de la influencia napoleónica en general en Europa. Los diversos hermanos Bonaparte vieron esto desde sus dominios, y la mayoría usó esta oportunidad para poder gobernar a sus anchas sin presiones por parte de Francia. Esto no quiere decir que no odiaran la situación en Francia, y de hecho entre los principales opositores la régimen destacaron Paulina, Luciano y Eugenio de Beauharnais. La primera estaba decepcionada por la ineptitud política de su cuñada y por como estaba “aislando al pobre emperador). Luciano, aunque se había enfadado con su hermano mayor muchísimo tiempo atrás y estaba en una especie de “semi-exilio” desde 1814, no dejó de criticar las políticas anti-revolucionistas de María Luisa por considerarlas “en contra de los ideales de la revolución”.

Por último, Eugenio de Beauharnais (virrey de Italia hasta 1822) era hermanastro de Napoleón II y había servido fielmente a su padrastro Napoleón. Por ello, había rumores de que Napoleón había pedido a Eugenio que actuara de regente del joven nuevo emperador, en caso de que él falleciera sin poder haberle enseñado nada a su hijo. Por ello, recibió de muy mala gana la orden de la nueva regente de seguir en Italia como virrey, aunque este terminaría siendo sucedido por el hermano de la emperatriz, una de las razones para la pronta caída de popularidad de la emperatriz, en 1822.

Uno de los mayores problemas de la regencia fue la inestabilidad económica y la debilidad de Francia en política exterior, siendo María Luisa acusada de haber querido más beneficio para su tierra natal, Austria, que para la patria que regía. Esto se confirmó cuando el Gran ducado de Iliria fue invadido por Austria. Estó llevó a grandes protestas en Francia, suprimidas por Metternich.

Durante su adolescencia, Napoleón II se empezó a interesar por los ideales políticos del principal opositor de Polignac, Emmanuel Joseph Sieyès, quien desacreditaba a Polignac por su ineptitud política, junto con otros políticos como el marqués de La Fayette o Martignac. Con el paso del tiempo, en 1827 a la edad de 16 años empezó a asistir a reuniones con Sieyès y juntos contribuían a la oposición al régimen de su madre. Esto llevó a que el pueblo francés se ganase el respeto de Napoleón y a que su madre empezase a sospechar que Napoleón decidiese dar un golpe de estado, influenciada por Metternich. Para la furia de Napoleón II y del pueblo, la regencia fue pospuesta por orden de Metternich para esperar que el joven príncipe cumpliera 18, en vez de los esperador 16, año en el que María Luisa había sido ordenada abandonar la regencia.

Tras la muerte de Napoleón (y un período de luto), María Teresa desposa a su amante Niepperg. Junto a este tiene dos hijos ilegítimos (cuyos embarazos fueron ocultados). Decidiendo centrarse más en su vida privada, se distancia de su hijo (quien es inculcado para convertirse en Emperador) y se convierte en una figura ceremonial y representativa de los minitros austríacos.

A medida que su hijo se fue haciendo mayor, se fue interesando por políticos como Sieyès, quienes despreciaban a María Luisa y a Austria. Su hijo llegaría a decir que su madre era demasiado inepta para gobernar y que hubiese sido mejor si él fuese hijo de Beauharnais. Temiendo que el hijo de la emperatriz le quitase el poder, Dietrichstein convenció a esta que Napoleón solamente estaba intentando quitarle el poder y llevar a Francia a la pérdida. Por ello, para quitárselo de en medio, María Luisa mandó a su hijo en gira por toda Europa, mientras ella seguía bajo la influencia de su padre.

Caída de la regencia[]

Tras cumplir su hijo 18 años, este tomó el poder e inmediatamente expulsó a Dietrichstein del poder, así como a Polignac. Su madre se mostró resignada pues consideraba que su hijo tenía que asumir como rey en algún momento. Sin oponer apenas resistencia, accedió a alejarse del poder, le fué concedido el título de Duquesa de Guastalla (anteriormente ocupado por su cuñada Paulina y por ella entre sus títulos de Emperatriz consorte) y de Parma. Abandonó París para mudarse al sur de Francia, establecéndose en Marsella. Cerca de un mes antes, su segundo marido también había fallecido. Se establece en Marsella con sus hijos aunque se muda a Parma para servir de gobernadora del Departamento de Taro, donde era extremadamente popular. Se mudó a Roma cuando es notificada del empeoramiento de la salud de su hijo. Este fallecería al lado de su madre en 1832 a los 20 años de edad.

Regente imperial de Francia (septiembre-octubre de 1832)[]

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Cuando murió su hijo, el consulado decidió que ella se convirtiese en regente, principalmente por los seguidores de Polignac, quienes esperaban conseguir de nuevo su importancia.

Francisco I acudió a visitar a su hija con la espera de mantener su influencia sobre Francia, y de detener la casi inminente guerra que se venía entre ambas potencias. María Luisa se mantuvo distante con su padre pues sabía que no era recomendable seguir sus consejos. En octubre de 1832, María Luisa reconoce la subido al trono de su sobrino, Napoleón III. A pesar de su poco aprecio por el público, María Luisa era una política bastante liberal y se empeñaba en proteger a sus súbditos.

Tras ser regente 1832-1847[]

Napoleón III permitió a María Luisa mantener el título de “Duquesa de Guastalla y Parma”, así como otorgarle una pensión vitalicia y el título de “Princesa de Francia”.

Tras abdicar la corona, la Duquesa de Guastalla se estableció en la ciudad de Bruselas, en la rica región de Valonia. Se volvió a casar en 1834 con Charles-René de Bombelles no por amor sino por conveniencia. A pesar de ello su marido y ella tuvieron una relación muy respetuosa el uno con el otro.
Su salud se empieza a deteriorar a finales de 1847. Su sobrino (y nieto-adoptivo) el emperador manda a Bruselas una carta deseando a María Luisa salud, aunque esta finalmente fallece a las 5 en punto de la tarde el 17 de diciembre de 1847 en su casa en Bruselas. Estaba rodeada por sus hijos ilegítimos y su marido. Un contingente de la Gran Armée fue a Bruselas para acompañar a la ex-emperatriz en su último viaje a París, donde fue sepultada en el cementerio de los Inválidos.

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Napoleón Bonaparte y Ramolino (1769-1821). Emperador de los franceses como Napoleón I de Francia

Matrimonios y descendencia[]

Napoleón II de Francia

Napoleón II de Francia

En primeras nupcias fue obligada a casarse con el emperador de los franceses Napoleón I en 1810 el 1 de abril. Como fruto de su matrimonio, nace el único hijo de la pareja el 20 de marzo de 1811, Napoleón, quien llegaría a suceder a su padre como Napoleón II de Francia.

  • Napoleón Francisco José Carlos Bonaparte y Habsburgo-Lorena (20 de marzo de 1811-22 de abril de 1832). Muerto soltero y sin descendencia

Junto a su amante Niepperg, María Luisa tuvo dos hijos ilegítimos que no reconoció formalmente, ya que nacieron mientras ella estaba casada con el emperador. Más tarde, y tras la muerte de Napoleón en 1821, el mismo Niepperg se convertiría en su propio marido hasta la muerte de este en 1829:

  • Albertine de Montneuf (1817-1836). Reconocida como hija de Niepperg pero no de María Luisa, su embarazo (y el de su hermano) fueron ocultados al público y corte francesa. Albertina fue concebida en una de las numerosas temporadas de la emperatriz en Aix-les-Bains, pasando al mayoría de su vida en la casa de un médico en París, que la educó ricamente. Desposa en 1833 a Charles Auguste de Morny, Conde de Morny y medio-hermano uterino del emperador Napoleón III. Tuvieron dos hijos, Charles, II Conde de Morny y María, fallecida tras su nacimiento y causando la defunción de su madre también.
  • Guillaume Albert de Montneuf (1819-1895). Casado con la princesa Sofía Carlota de Isenburgo-Büdingen (1837-1887). Tuvo descendencia, incluyendo al príncipe Alfredo Adam de Montneuf e Isenburgo. Sirvió como militar para la Gran Armée, a la que sirvió como mariscal de campo.
  • Matilde de Montneuf (1821-1824)
  • Gustavo de Montneuf (?-?)

Todos sus hijos con Niepperg recibieron el apellido Montneuf como traducción del apellido del mismo geneeral al francés. Finalmente, María Luisa desposa en 1834 a Charles René de Bombelles. Este matrimonio (que duró hasta la muerte de la duquesa), no tuvo descedencia.